martes, 29 de junio de 2010

Capítulo 5: Carrera (5.2.)


La domadora hizo lo que su compañera Yannâ pidió. Extendendo el brazo derecho, dibujo en el aire un arco. Al instante, surgió en las patas del dragón una gran llama de un azul intenso. El fuego ocupó una extensa área y cuando la bestia se dispuso a avanzar hacia las tres mujeres, este le hizo rugir de dolor cuando empezó a trepar por sus fauces. Como acto reflejo, el dragón de dos cabezas extendió sus enormes alas para darse impulso y alejarse de las llamas:
-¡Maldita sea!-gritó Shannah exhausta mientras dejaba que el fuego se consumiera.
-Es perfecto. -puntualizó Yannâ para sorpresa de sus compañeras. -¡Hlenn ahora esta su cuello a tiro!
La arquera levantó la vista y tal y como había dicho la sacerdotisa, la parte más débil del dragón había quedado al descubierto.
Eso era. Ese era el motivo por el cual necesitaba que se alejara del suelo. Con renovadas esperanzas, Hlenn, la sacerdotisa de ojos azules, disparó al cuello de una de las cabezas. La flecha se hundió en la carne del animal hasta que sólo quedó visible las plumas que formaban la sagita en su parte posterior.
De lo que fue en un principio un rugido ensordecedor, el ataque de Hlenn provocó que se convirtiera en un gruñido ahogado, sin fuerza y que mostraba a la bestia indefensa. Agitando las patas con violencia, de un lado a otro a causa del dolor, el dragón cayó pesadamente al suelo apoyando únicamente sus patas traseras. La cabeza intacta aún observaba con rabia a las tres mujeres pero la otra, malherida, cayó rendida ante la figura que se encontraba más próxima, Yannâ.
El animal no dudó en lanzarle con violencia un zarpazo. La sacerdotisa retrocedió dando un pequeño salto hacia atrás, evitando con frialdad el golpe que pasó a escasos centímetros de su pierna:
-Desde aquí, yo te podré herir. Pero desgraciadamente para ti, estoy fuera de alcance...
La bestia alada volvió a lanzar otro golpe pero este sólo consiguió hendir el aire:
-Te tengo. -dijo la sacerdotisa de Kur mientras alzaba la larga espada en el aire y con un movimiento de una increíble limpieza, seccionó la cabeza herida de la bestia.
El animal se retorció con violencia en la estrechez del camino, provocando que piedras y rojizos árboles se desmenuzarán como si fueran papel. Pronto los furiosos rugidos que lanzaba al aire se convirtieron en llamaradas que lanzaba en todas direcciones:
-¡Vayámonos rápido! -gritó Yannâ mientras asía a una de sus compañeras por el antebrazo hacia la frondosa vegetación que ocupaba los laterales del sendero.


-¡No enciendas un fuego! Aquí nos verían a kilómetros. -le dijo Sayrz a Katne mientras apagaba con el pie una pequeña llama que había iniciado el arquero:
-¿Y vamos a comernos esto crudo? -contestó indignado cuando le mostraba al comandante espadachín un animal que había cazado y que ahora sostenía por las patas.
-Pues sí Katne... -contestó Sayrz y tras enmudecer unos segundos añadió- Eso ahora no es la mayor de nuestras preocupaciones...
El comandante se levantó y se alejó unos pasos de entre el grupo de soldados y sacerdotisas que le habían acompañado a lo largo del día en su huida del dragón.
La noche les había alcanzado cuando aún no habían atravesado la cordillera de Kalim y los soldados y las sacerdotisas de Kor, junto con algunas de Kur, habían decidido instalarse en la parte elevada de una de las montañas con el fin de divisar a la bestia.
Habían cruzado durante la jornada ya tres montañas, a toda prisa tras los imprevistos que les obligaron a hacerlo.
La luz de la luna apenas iluminaba las tierras rojas y era muy difícil ver algo con claridad cuando se ponía el sol. Sólo la silueta de los picos escarpados dejaban entrever la majestuosidad de la cordillera.
Esa imagen hizo que le pudiera el desanimo al joven comandante Sayrz. Algunos de los miembros de la compañía aún seguían allí, expuestos a las dificultades de la noche, de los enemigos...
Un sonido lo sacó de sus pensamientos y le erizó la piel. Ante el súbito peligro, desenvainó su fiel espada. El resto de los que acampaban en la cima de la montaña hicieron lo mismo con rapidez y se pusieron en guardia para enfrentarse al enemigo que se acercaba. De entre las sombras del camino más próximo, una figura a lomos de un caballo se dirigía hacia ellos con parsimonia. Una vez que estuvo cerca, distinguieron al soldado Deimos:
-Que recibimiento... -dijo el soldado al ver todas las armas que se apuntaban hacia él.
Al escuchar la voz del espadachín, dejaron la guardia y volvieron a tomar asiento sobre las piedras. Sólo los dos comandantes Katne y Sayrz decidieron acercarse a Deimos:
-Vaya es una suerte que estés bien -dijo Katne mientras se colgaba el arco de nuevo a la espalda.
-Sí... y al parecer al resto del grupo también le entusiasma. -contesto el espadachín mientras sonreía amargamente.
Los dos comandantes optaron por guardar silencio ante las palabras de Deimos. El comandante de la compañía de arqueros de Ardân dio media vuelta y se dirigió al resto:
-En cuanto amanezca seguiremos nuestra partida para salir de las montañas... No podemos detenernos, así que confiemos en que el resto de nuestros aliados sean capaces de darnos alcance...

Durante el transcurso de la noche, el grupo se dividió en tres turnos de guardia con dos miembros en cada una para velar por su seguridad en caso de un ataque inesperado. Para alivio de todos, las horas transcurrieron con tranquilidad y no hubo ninguna complicación mientras intentaban reponer fuerzas.
Pero pese al silencio de la noche, la intranquilidad reinó entre los miembros del grupo ya que habían perdido a una gran parte de la compañía. De no volver a aparecer, fracasarían...

Con la primera luz del día, tal como dijo Katne, se pusieron en marcha con el fin de atravesar las montañas.
La jornada se presentó larga, con muchas situaciones en las que los viajeros tuvieron que recurrir a su ingenio para atravesar las dificultades que presentaba el camino, saltos de agua, laderas escarpadas...
A medida que avanzaban, los viajeros contemplaban con mayor desanimo como era menos probable que se reencontraran con resto de la compañía. Las conversaciones y las risas que solían acompañar al lgrupo habían desaparecido para dejar paso al silencio y las quejas.
Decidieron disminuir el ritmo de la marcha. En la espera de que les dieran alcance, de nuevo el sol empezó a ponerse tras la gran cordillera de Kalim. La ruta que habían tomado en dirección noroeste dejaba ya a la vista el final de la meseta montañosa. Sólo debían de encontrar un camino para llegar hasta la ladera y salir al fin de tan angosto paso:
-Podríamos atravesarla mientras el sol se pone, así pasaríamos la noche fuera de estas malditas montañas… -sugirió Sayrz mientras señalaba hacía la llanura que se extendía más allá de los picos:
-Apoyo tu idea soldado, no son buenas las esperanzas que me transmite este lugar. –añadió la mujer de castaños cabellos Nariel.
Cuando el soldado y la sacerdotisa se giraron para debatir la idea con el resto del grupo, estos habían oído la conversación entre los dos y asintieron de antemano mostrando su conformidad con el nuevo plan. Todos a excepción de Katne, que observaba en la distancia el final de las montañas. Su rostro se volvió sombrío cuando al fin, se volvió para hablar con sus compañeros:
-¡Aún debemos permanecer en este lugar! Se dirigen hacia nuestra posición unos takhä y son un gran número.
-¿No saldremos jamás de estas montañas? –se preguntó una de las sacerdotisas de Kur apoyándose en una roca.
-No somos demasiadas... Y además estamos divididas. –añadió otra.
La gran sacerdotisa Nariel, hija de Kor, dios del viento, se acercó a sus hermanas y pese a ser igual que en sus hermanas el sentimiento de pesimismo, dijo:
-Podremos vencer. Defenderemos el camino y saldremos de este lugar. No podemos dejarnos vencer por las dificultades. Somos hijas de Ardân. Somos su única esperanza.

1 comentario:

  1. *O* ¡¡Adoro el Dragón!! Ya se que ese intenta matar a los protas pero... Soy fan incondicional de todos y cada uno de los dragones "existentes" aunque sean malos... ¡¡Los adoro~!!

    ¡Quiero leer más! ¡Así que siguelo ya! ¡¡Es una orden!!

    :P Nos vemoos~!

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